En el medio de una crisis climática y ecológica se planea en Argentina la construcción de mega granjas de cerdos para alimentar a la población china.
El tema es complejo, aunque no tanto como para entender los intereses que hay detrás, para eso es bien simple, es complejo para comprender cómo es posible que esta humanidad no pare de generar tanta miseria, esa que nos trajo justamente a la actual crisis civilizatoria que estamos atravesando; eso sí que no se puede entender. Agarremos la pala y empecemos a cavar nuestras tumbas y las de nuestros hijos, porque eso es justamente lo que el gobierno
y las empresas privadas quieren firmar, nuestra sentencia de muerte.
Las primeras notas que salieron sobre el tema no fueron de parte del Estado argentino, fueron en general de medios provinciales y ganaderos y, en especial, de la empresa privada Biogénesis Bagó, que hace tiempo está trabajando con el gobierno chino, y es quien, comentó de la mano de su CEO Esteban Turic “que hace años mantiene relaciones estrechas con China y por esta razón facilita el nexo y ayudan a impulsar esta potencial inversión”.
El 7 de enero la revista digital Córdoba Soy sacó una nota donde se ve a hombres de traje y corbata riéndole a un oriental alrededor de una mesa ovalada de madera vieja y opaca. Ellos son el ministro de Agricultura y Ganadería, Sergio Busso, el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti, el intendente de Jesús María y socio/productor del frigorífico Qualitá, Luis Picat, y el director general de Biogénesis Bagó, Esteban Turic; al que le sonríen es a un representante del gobierno chino.
Antes de seguir, hagamos un pequeño resumen. China vive el fantasma de la gripe porcina africana, gripe que afecta solo a los cerdos y por la cual sufren hemorragias internas y fuertes dolores. La propagación en el país fue muy rápida, y como consecuencia asesinaron a tantos animales que ni me atrevo a escribirlo, me niego a contarlos y contarlas como un número porque no lo son, son seres sintientes y cada animal asesinado tenía una personalidad, una familia, vínculos; analistas afirmaron que “el gigante asiático podrá recuperar su nivel de producción en un período no menor a los cinco años”. Como eran tantos los afectados y no contaban con formas de matanza masiva, cavaron fosas y los enterraron vivos, algunos aparte fueron quemados en los hoyos; aun los gritos de los videos retumban en mi cabeza. Este evento espantoso fue tomado por algunos empresarios y gobiernos del mundo como la oportunidad de venderle a China la carne que habían “perdido”. Meses después, del mismo país vino el Covid y ya todos sabemos esa historia.
Sigamos. No sabemos cuál de las partes fue la que tuvo la gran idea de traer las mega granjas de cerdos a la Argentina. Si fue Biogénesis Bagó, de la mano de Hugo Sigman, sexto millonario de la Argentina, que viene trabajando con el gobierno chino desde 1987, o el gobierno chino, que tiene la necesidad imperiosa de salir del epicentro del huracán, además de contar con una alta probabilidad de que una nueva pandemia se inicie en su país, particularmente en las mega granjas de cerdos que aún les quedan, a partir de la nueva cepa G4, a la que los medios titulan: “G4, la nueva cepa de gripe porcina originada en China que podría generar otra pandemia”. Pero mejor que no sea allá, así que traigámosla acá y disfracemos el negocio como si fuera del Estado, lo firmamos en Cancillería, donde está Felipe Solá, el de firma fácil –recordemos que fue él quien abrió las puertas a Monsanto cediéndole a la soja la mayor cantidad de territorio del país hace unos años, en un contrato que ni siquiera fue traducido.
Lamentablemente la historia no termina ahí. Toda esta movida tuvo bajo perfil, poco se supo hasta que grupos ambientalistas, periodistas independientes y animalistas empezaron a tirar del pequeño hilo para sacar a la luz el mega proyecto. Tan sucios fueron los manejos del Estado que a partir de la visibilización que le dieron estos movimientos se modificaron los números de la única noticia que había al respecto originada desde Cancillería, lo hicieron sacándole un cero a sus proyecciones de kilos de animales muertos, como si eso nos hiciera creer que ahora sí está todo bien. Aunque por el contrario, la página de Biogénesis Bagó mantuvo la data de lo que intentan firmar: el proyecto planea crear mega factorías para pasar de criar
de 6 a 100 millones de cerdos sintientes (dudé en graficarlos como un número, pero en este caso creo que es muy clara esa data para entender la magnitud), y así multiplicar por 14 la producción actual de estos animales que según la ciencia tienen la capacidad cognitiva de un niño de 3 años.
El proyecto es enorme e incumbe a la tierra que habitamos, a nuestros bosques nativos, a nuestros montes, a nuestros ríos, a las comunidades que habitan esas zonas y al aire que respiramos y a su vez se hermana con otros proyectos del mal como son la expansión de la frontera agropecuaria y el derrame de más litros de veneno en nuestro territorio. Aunque lo más importante es que, al mismo tiempo que nos trata de ignorantes, nos quita nuestro derecho a transitar el buen vivir, es por eso que no se entiende cómo quieren hacerlo pasar como si fuera un acuerdo privado, como si fuera algo que no debería incumbirnos cuando nuestra vida y nuestro futuro están en juego en un plan de semejantes características, que conlleva peligros desastrosos e irreparables para todos nosotros, desde la contaminación sonora, del aire y del agua, hasta la proliferación de nuevas pandemias y súper bacterias. Este proyecto no puede tratarse puertas adentro sin la participación de especialistas y de la sociedad en su conjunto, no puede ser más importante el dinero que nuestra salud y que la vida misma; basta ver emprendimientos similares que se han construido en el mundo y que resultaron ser un desastre para todos.
¿Qué nos quieren vender? Dicen palabras como desarrollismo, como si esta forma de explotación violenta de la tierra fuera la única forma, como si no existiera la amorosidad, es tan absurdo creer eso que solo resulta una buena idea para quienes se benefician económicamente o para conformistas que no poseen creatividad, dicen que generará puestos de trabajo, no nos dejemos engañar, veamos cuántas personas trabajan en estos lugares y en qué condiciones, dicen que ahora abren al debate pero que el proyecto no tiene marcha atrás, cosa que no tiene sentido, si están abiertos al debate no puede estar de antemano tomada la decisión, se necesitan profesionales, estudios de tierra y agua, y principalmente la participación de diferentes movimientos sociales, animalistas y medio ambientales, y también de los habitantes de las zonas que planean envenenar, que aun ni fueron determinadas, dicen Chaco como si dijeran La Rioja, para ellos es lo mismo, total el ruido de las máquinas constantes y el olor a meo y mierda no lo percibirán jamás desde sus mansiones de miseria.
Y acá estamos, habitando un mundo que se cae a pedazos, con incendios en todos lados que también son producto del sistema extractivista al que nos acostumbraron, con máscaras para el virus del miedo y miedo para obligarnos a obedecer, escribiendo palabras como salen, sin pensarlas mucho porque no queda más tiempo para eso, palabras de urgencia, desesperadas, palabras de dolor,
de por favor, palabras que no sabemos hasta dónde llegarán, soñamos con que lleguen y si lo hacen que no sea demasiado tarde.