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S.O.S. Vida

Yo también comía animales, toda mi familia lo hacía. Cada vez que íbamos a un restaurante aprovechaba para pedir mi plato preferido que eran las costillitas de cerdo con puré de manzana. Ahora que lo pienso, encuentro sumamente perverso el diminutivo, las pequeñas costillas de un animal puestas en el plato de una niña. Yo no conectaba, aunque las carnicerías estaban decoradas con caras de animales, aunque de la carne que se cocinaba en casa salía sangre, aunque en los propios nombres culinarios se manifestaban las partes corporales de las gallinas, los cerdos, las vacas y los peces, yo no conectaba. A los 11 años, mi mamá puso en la tele un programa de Brigitte Bardot que se llamaba S.O.S vida, en donde mostraban imágenes de un matadero. Era uno de vacas, me acuerdo que era bastante precario, me acuerdo de los animales asustados y de una de ellas colgando aun viva, me acuerdo de las perturbadoras imágenes, me acuerdo de la sangre, la misma que se asomaba a través de mis jugosos churrascos. Ese día desperté, me di cuenta de algo que aunque para muchos era obvio, para mi no, y como era una nena no estaba tan aferrada a mis creencias, así que simplemente las solté, no me costó nada, ni un mínimo esfuerzo, esas creencias eran equivocadas, no eran verdad, los animales no eran comida y yo amaba a los animales, no se correspondía conmigo comerlos, así que acepté la verdad, acepte que eso que yo comía eran esos seres hermosos que rescataba de la calle o que me ronroneaban en casa y simplemente dejé de comerlos. Aprendamos a ver y despertemos, seamos la mejor versión que podamos ser y hagamos un mundo mejor para todos.

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