Una de las escenas más impactantes que vi, fue la de la zona de los cerdos, que eran alimentados con los restos de los cadáveres de otras especies. Patas, cabezas y picos, intestinos, hígados y corazones, colmaban los fuentones de los corrales de estos animales, que son tan parecidos a nosotros que hacen transplantes con sus órganos; animales parecidos pero sin ningún derecho a una vida digna. Y también, impregnándose en mi mente, el olor a mierda y humedad, olor a sangre, a muerto, olor a encierro y a desconexión, esa que se necesita para poder sostener estos hábitos del pasado. Comer carne es comer animales y es un obstáculo a cualquier tipo de evolución.
