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Voicot al especismo

Las imágenes son difíciles de soportar: gallinas corriendo desesperadas escapando de la muerte, vacas apaleadas y carneadas en el matadero, miradas de auxilio de animales prontos a morir. Son filmaciones y fotos que forman parte de las propuestas artísticas de la organización activista por la liberación animal Voicot.

Nacidos en 2013 con la intención de utilizar al arte y la comunicación como herramientas para difundir los derechos de los animales y denunciar a la industria alimentaria que los explota. Sus fundadores son Malena Blanco y Federico Callegari, jóvenes publicistas y activistas de la causa animalista.

“Queríamos mostrar lo que pasaba y empezamos a pensar herramientas de comunicación para hacerlo. Diseñamos remeras y buzos intervenidos, sellos, posters, hicimos video arte, y, como publicistas que somos, la parte artística nació como una necesidad de encontrar en Voicot cosas que nos gustaran y nos hicieran sentirnos libres. Porque como queremos la libertad para los demás animales, también queremos la nuestra y creo que una manera de encontrarla es a través del arte.

Desde un principio siempre fue muy claro el lugar a donde vamos, que es la abolición de todo tipo de explotación animal. Este mundo del activismo está muy poco recorrido, en cuanto a lo que es la publicidad, por eso me parece muy sincero explorar en ese espacio. Por ejemplo, vemos los carteles en las rutas y tal vez no tenemos los miles de pesos para instalar una publicidad animalista ahí, pero sí tenemos una escalera y pintura para subir a pintar el cartel”.

Inicios

La historia militante de Malena Blanco comienza a los 11 años, cuando se hace vegetariana después de ver imágenes de un matadero en la tv. “Vi cómo mataban a una vaca y decidí que, si eso era lo que comía, no quería hacerlo más. Fue un quiebre. En el caso del veganismo fue un proceso; me resultó más difícil y la clave para convertirme fue participar de un taller sobre derecho animal con Verónica Cerrato”.

Para Malena comprometerse con el activismo es un deber moral, es hacerse cargo de lo que le hacemos a los demás animales. “Creo que, si ves un mundo injusto, tenés que luchar. No me siento cómoda con mi casita frente al mar, esa imagen de la artista. Así no sería coherente con lo que veo que está pasando, con lo que siento”.

Ese compromiso es también el que la hace poner el cuerpo. Por ejemplo, a fines de 2015, al ir a socorrer -junto a su compañero y otros activistas y ONGs- a las más de 20000 gallinas que dejó abandonadas, sin agua y sin comida, la empresa Cresta Roja luego de quebrar. Encerrados durante semanas, los animales terminaron comiéndose entre ellos y los activistas lograron liberar solo a 1000.

Escucharla relatar las escenas del rescate, ver los videos y las fotos estremece. Lo mismo con la muestra Foto Carne, producida por Voicot luego de la visita a un matadero. En ella se ve a los fundadores expresando a cámara lo que sienten luego de ver el asesinato de las vacas. “Filmamos el recorrido que hacen las vacas y también a nosotros adentro. Creemos que así las personas sienten más empatía con nosotros, con lo que nos pasa, que con los demás animales. La idea era hacer ese puente entre lo que acababamos de ver y lo que queríamos decirle a la gente. Ese puente, éramos nosotros”.

Hace un año Voicot sumó dos integrantes y consolidó su propuesta artística y comunicacional. Su intención es mostrar lo que financia la industria de la alimentación, de lo que somos capaces como especie. Dicen que su posición también es social, no es solamente desde el lado animalista. Sino viéndonos como animales, sin llamarnos animales humanos, sino empezando a usar esa palabra como de todos. “No soy muy positiva con el futuro. La cantidad de animales que se matan día a día siempre son más. Pero como dice Oscar Horta, no sufre la naturaleza, sufre el individuo. Recorrer el matadero y saber que no podés hacer nada es terrible. Entonces grabo en mi mente esas escenas porque creo que alguien va a verlo y va a reflexionar sobre sus hábitos. Sin embargo, el tema está relacionado con tantas variables, que son tan poderosas, que la situación va a cambiar solamente cuando la industria cambie. Y somos nosotros los que tenemos que pedir ese cambio, está en cada uno”.

El paradigma parece estar cambiando poco a poco. El mensaje se está instalando en lo cotidiano y cada vez son más las personas empáticas al sufrimiento animal. El arte no es ajeno a ello y se pone al hombro la lucha. En una obra de teatro familiar o en video-arte del más crudo y realista, los animales cobran protagonismo e intentan dejar atrás su histórico lugar de mercancías al servicio del hombre. No seremos quienes veamos ese cambio, pero sí podemos convertirnos en los artífices del mismo. De nosotros depende. Nota: http://revistadecultura.com.ar/que-hace-el-arte-por-los-animales/

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