Hoy estoy con muchas emociones encontradas, todas fuertes, algunas dolorosas. A la mañana fuimos a la escuela 49 a dar la misma charla de ayer pero a otros grados. Antes de arrancar nos llamó la directora y nos contó que una madre se había quejado de la charla de ayer, que la nena llego a la casa diciéndole que no quería comer más animales. Yo estaba un poco contenta de saber que los nenes nos estaban escuchando y otro poco indignada por enterarme que una madre se quejó porque a su hijo le contaron de la opresión que ejercemos hacia los demás animales, porque hablamos del gas metano, de la capa de ozono, del hambre, del calentamiento de los polos, de la obesidad, le molesto porque hablamos del especismo y de la empatía y la compasión también. El tema es que a causa de eso nos pidieron que no entreguemos los folletos que le habíamos entregado a los chicos el día anterior. La directora es una persona muy linda, así que quedamos que ella los tuviera y los entregará solo a los nenes que lo pedían, una traba más para que ellos accedan a la información. También nos enteramos que en uno de los grados directamente no podíamos hablar porque una mama no quería que su hi
jo escuche lo que teníamos para decir, por esa mama, todo el grado se quedo sin charla. Cuando volvimos Manuel mi compañero de otra especie, que me había acompañado 18 años, estaba muerto. No puedo explicar la sensación que tuve, el desconcierto de esa partida, la desazón, la pena más profunda que se mezclaba e inundaba la bronca que traía de la escuela. Sé que vivió feliz, desde que era bebe que estábamos juntos, se que ya estaba muy viejito, se caía al caminar, estaba sordo, medio ciego, pero era mi viejito y se fue y yo no estuve con el, la culpa, la maldita culpa. Manu te amo, chau hermoso negro pesado, faldero, en el lugar donde estés, seguro hay una fiesta, espero que ilumines el alma de alguno de esos niños que nos escucharon, hoy quiero soñar con que eso pase, hoy quiero pensar que todo es posible, que el alma existe y no muere nunca más.