Pinchamos con el tenedor el trozo de carne jugosa que hay sobre el plato y nos lo llevamos a la boca pensando en lo rico que va a estar este bocado. El recorrido del tenedor es lento. Vamos de a poco entrecerrando los ojos, mientras saboreamos con cada una de nuestras papilas gustativas, el cadaver asado de este animal, lo que fue una de sus patas o alguna de sus costillas. Lo que antes tenia una razon, hoy ya no tiene nada de nada, ni siquiera tiene vida.
Ya esta. Termino. Todo por eso.