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Matanza de inocentes

Un perro es crucificado para estudiar la duración de la agonía de Cristo. Se extraen las vísceras de una perra preñada para observar el instinto maternal que se manifiesta en el animal angustiado por el dolor provocado. En una universidad, unos experimentadores provocan convulsiones a perros y gatos para estudiar sus ondas cerebrales durante los ataques, que aumentan gradualmente en frecuencia y gravedad hasta que los animales quedan en un estado de crisis continua que les conduce a la muerte transcurridas de 3 a 5 horas. A continuación, los investigadores presentan algunos gráficos de las ondas cerebrales en cuestión, pero no tienen la menor idea de cómo podrían usarlos en la práctica. Otro equipo de “científicos” rocía de forma fatal con agua hirviendo a 15.000 animales de varias especies, tras lo cual administra a la mitad de ellos un extracto de hígado cuya utilidad en caso de shock ya era conocida: tal y como se esperaba, los animales tratados agonizan más lentamente que el resto. Los perros beagles, conocidos por su dulce y afectuosa naturaleza, son torturados hasta que comienzan a atacarse mutuamente. Los “científicos” responsables de tal experimento anuncian que estaban “llevando a cabo un estudio sobre la delincuencia juvenil”. Del libro Matanza de inocentes de Hans Ruesch.

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