Nos amparamos en la historia, en lo que siempre se hizo, en lo legal, en las malditas convenciones sociales, en las tradiciones. Ahi nos ponemos, detras de ellas como si fueran enormes estatuas de frio cemento que nos cuidan de los mensajes que no queremos escuchar, que nos hacen mal, porque nos enfrentan a nosotros mismos, a lo que nos dijo mamá y papá, a lo que aprendimos de la gente que amamos, ellos no pueden estar equivocados. Pero desde ahi no llegamos a ver que la informacion que viene del otro lado no daña, no hace mal, solo nos hace crecer, pero es que le tenemos tanto miedo al cambio. Agarramos bien fuerte las piedras y las lanzamos con fuerza. Nuestro objetivo es pegarle a los distintos, a los que quieren que cambiemos, quienes son ellos para decirme lo que yo tengo que hacer? No comen animales y dicen encima que sienten, locos. No bajamos las defensas por largo rato. Los brazos ya se nos cansan, pesan mucho cada una de las piedras, las soltamos porque nos duelen las manos, la cintura, los ojos, nos duele cada parte de nuestro cuerpo que estuvo ahi, como un maldito soldado, aguantando. Bajamos las defensas y pispiamos; no hay nadie, las piedras estan desparramadas por todo el piso; nadie quizo cambiarnos, solamente eramos nosotros, enfrentandonos a una realidad distinta. Cambiar no es el fantasma, nos aterra pensar que no vamos a poder hacerlo. Baja la guardia, escucha el viento soplar, cerra los ojos, respira profundo, conectate con vos y con el universo, esas no son cosas de locos, son cosas de humanos; seamos mas humanos.